Día de la Tierra: Divagaciones desde el confinamiento

¿Recuerdan ese tiempo en que veíamos amigos y nos hacíamos fotos para las redes sociales? un tiempo ajeno, que permanece extrañamente en la memoria como si fuese ayer.

día de la tierra

Es como si la vida de gran parte del mundo se hubiese detenido, como si nunca hubiese sido la vida de otra manera.

¿Recuerdan cuando íbamos a trabajar?

Yo recuerdo cuando me subía a la bicicleta y pedaleaba como si mis piernas estuvieran llenas de fuerza. Recuerdo abrazar cada mañana a mis compañeros de trabajo y darles un beso en la mejilla, almorzar en una gran terraza, sentir el aire en la cara, caminar al atardecer por Santiago centro, la Calle Puente o por Lastarria. Beber una cerveza o dos, o tres en la Casa de la Luna Azul y ver tanta gente que a veces me agobiaba.

Recuerdo caminar con las zapatillas por la tierra del parque, por el pasto húmedo, mientras el sol me molestaba en los ojos. Salir a correr hasta los barrios desconocidos para sumar kilómetros, cruzarme con extraños y sonreírnos en el esfuerzo.

Comprar café los lunes del dos por uno. Recuerdo sentirme afortunada y lo digo hoy que sigo siendo afortunada y hablo desde el privilegio del tele-trabajo.

Hoy que tengo un espacio al que llamar hogar y tengo libros nuevos que leer,
comida que me gusta en la nevera y discos para oír en el tornamesa. Digo esto porque tengo mucho por lo que reclamar.

Estoy a favor de la revuelta

No me gusta Piñera, ni Sánchez, ni Trump, ni Maduro, tampoco alá, ni el papa, ni dios,
todos son hombres.

Pero creo que hoy es tiempo de agradecer lo que tenemos y nosotros, que siempre estamos en el limbo entre los que más tienen y los que no tienen nada, nosotros, que somos conscientes de la injusticia, debemos ser capaces de ser generosos.

Desde Impure abrazamos y agradecemos los paisajes, los atardeceres, las lunas, las noches oscuras y las puestas de sol, amamos la ciudad, pero también amamos perdernos en lugares donde pareciera que aún tenemos un encuentro con lo más puro y salvaje de nuestra vida, la conexión con la naturaleza…

Está en nosotros la responsabilidad de soñar y crear el mundo que viene, dejemos el miedo a lo desconocido y comencemos a elucubrar:

El futuro es colaborativo, es respetuoso con el medio ambiente, no dejemos de lado las luchas por lo que es más justo, alcemos la voz para pedir y construir no solo por mi, sino por todos mis compañer@s.

Pasemos del discurso a la acción, abandonemos el consumismo desenfrenado y los sueños de opulencia. Entendamos que la riqueza está en tener agua, tener un balcón para tener un mini huerto. La riqueza está en la naturaleza.

La invitación

Seamos libres, soñemos y creemos el mundo que nos merecemos.  Las estructuras están cayendo, los partidos políticos han perdido credibilidad, las falsas personalidades, lo superfluo ya no tienen cabida en el futuro que construiremos.

Hay una revuelta en ciernes que busca justicia, equidad y sostenibilidad. Cuando salgamos del confinamiento, no olvidemos crear y construir el mundo que queremos.

En la unidad de las sociedades está el cambio, tenemos la llave para transformar el mundo que vivimos,  para equilibrar y compartir viviendo armónicamente con la Tierra y no hablo de convertirnos en hippies, hablo de conectar. Así como esta vulnerabilidad de nuestros cuerpos ante el coronavirus nos hizo sentir una conexión más intensa y potente que internet, avancemos juntos hacia el equilibrio, nosotros con nuestros corazones, pensamientos e intelecto podemos hacerlo.

Vamos poco a poco, ya se sabe, el cambio parte por uno:

seamos nuestra mejor versión, seamos solidarios, seamos respetuosos con las personas y el planeta, intentemos no producir tantos residuos y así cambiaremos el mundo.

@andreapenya

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