Lo que trajo a la luz el coronavirus: diferencias sociales, indiferencia y trabajo informal

El mundo entero está enterado de que existe el coronavirus, que es real, y cuyo origen desconocido, aún da pie para especulaciones, conspiraciones y divagaciones, sobre todo en tiempo de cuarentena o teletrabajo, siempre y cuando seas de los afortunados que puede permitirse el lujo de cumplir sus labores en forma remota.

Metro de Santiago de Chile
Metro de Santiago de Chile, 25/03/20. 08:00 am/ Foto.@jhauva

Así es, porque en el mundo, sobretodo en sudamérica o en países con un alto número de migrantes, existe una economía sumergida, que hasta ahora, le ha venido bien a las autoridades, que no se ocuparon de otorgar igualdad y que permitieron mercados negros, falta de derechos, abusos por parte de quienes subcontratan y ofrecen precariedad laboral, como si fuese el sueño prometido de una vida que puede prosperar.

Diferencias Sociales

Si lo pensamos, es necesaria una alta dosis de resiliencia para seguir creyendo en el futuro, para comerse la rabia y no propinar golpes e incendiarlo todo y seguir pensando que un día serás mirado como un igual en un país donde existe una pseudo elite, en un territorio con un mapa, en donde las diferencias sociales están marcadas por una línea económica que, separa de forma indolente las clases sociales, dejando a unos vivir entre jardines, árboles, arquitectura y seguridad, mientras otros sobreviven hacinados, rodeados de calles de tierra, mafias y oscuridad.

Según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile se sitúa  entre los países con peores sueldos entre los miembros de esta organización, en tanto, España y Grecia ofrecen los trabajos más precarios.

El caso de Chile es especialmente brutal, ya que en una misma empresa, un directivo puede ganar 178 veces el salario que gana uno de sus trabajadores con sueldo mínimo.

Foto de Jefferson Lucena

Entre ambas líneas, sobreviven, resisten y se reinventan los micro emprendedores, outsiders del sistema, que han quedado a la deriva ante esta crisis y que suelen ser personas que el mercado laboral no consideró, ni valoró o en donde sus habilidades no encajaban, pero que supieron salir adelante a través de iniciativas autogestionadas: comercio de barrio, venta de productos por internet, productores audiovisuales, fotógrafos freelance, banqueteros, organizadores de eventos, producción, peluquerías, trabajadores de la cultura de forma independiente, etc. 

Pero, además existen otros, que están aún más desamparados, los que viven en las periferias: las trabajadoras del hogar, los repartidores de Uber Eats, Rappi, o de Papa Johns.  Los extranjeros, las mujeres y los jóvenes, los obreros sin estudios que trabajan en obras de construcción por el día, los que venden comida de manera furtiva a oficinistas o a la salida del metro, los que venden ropa y accesorios en las calles o ferias libres…y las familias que dependen de ellos.

Indiferencia

Existe un enorme lado oscuro en la economía, del que nos hemos servido felizmente. Sin embargo, ahora que estamos encerrados, ahora que el coronavirus ha sembrado el miedo a los abrazos y a los trueques matuteros callejeros, hoy que el comercio informal pareciera estar infectado, sale a la luz lo peor de todo.

Las autoridades no los consideran, miran sobre el horizonte y no ven a estas personas que suelen tener que transportarse en metro o buses por más de dos horas para llegar a sus lugares de trabajo. En donde sus jefes se han tomado “la cuarentena” pero no están dispuestos a dársela y si se las ofrecen, es sin goce de sueldo.

Trabajo informal

Trabajadores que viven al día, que ganan hoy para poder comer en la cena, que no tienen seguro de cesantía porque están fuera del sistema, que alimentan a nietos o a hijos adultos, que tampoco han podido salir adelante o que también trabajan de forma esporádica.

Extranjeros que aceptan condiciones laborales paupérrimas, que trabajan como repartidores de las nuevas aplicaciones y que en conversaciones con Impure han declarado que:

“ahora que las personas no quieren salir, nos mandan a comprar a la vega o a los supermercados, a veces no nos dan propina y si me enfermo, no tengo seguro de salud,  tampoco nos dan guantes o alcohol gel para no infectarnos y si no salgo a repartir, no gano.”

La situación está tan al límite que se trata de “enfermar o comer”. Una mujer declaraba ante las cámaras de la televisiòn chilena que el Covid-19 era el exterminio de los pobres y manifestó el desamparo que siente la clase trabajadora por parte del gobierno ante la pandemia:

Mujeres: el verdadero rostro de la desigualdad y las carencias

Más allá de los temas -que merecen nota exclusiva y aparte- como la desigualdad en los roles del cuidado de l@s hij@s a la hora de teletrabajar, o cómo ha afectado a las mujeres que son cabeza de familia trabajar desde casa, cuidar a sus hijos y hacerse cargo de las labores del hogar. O el tema más complejo: las mujeres que se han visto obligadas a vivir con sus maltratadores, encerradas y estresadas en tiempo de “cuarentena”, hace falta recordar los datos espeluznantes que han salido a la luz respecto al trabajo informal:

La mayoría de mujeres que se desempeñan en labores domésticas en casas ajenas viven en la informalidad: se dedican a la limpieza, son niñeras, cuidadoras y son el 93% del universo de trabajadoras de este tipo de servicios en América Latina y el Caribe. Si sumamos a las manicuristas, peluqueras, camareras o encargadas de la limpieza en oficinas o restaurantes, estamos hablando que gran parte de quienes realizan un trabajo informal y a quienes golpeará mas fuerte la crisis provocada por el coronavirus es a las mujeres.

Foto de Kat Jayne

Se vuelve imperativo que las autoridades se hagan cargo de los datos que muestran una realidad que hoy es imposible tapar con un dedo: 

“El empleo doméstico es una de las áreas con mayor nivel de trabajo informal en América: según la Organización Internacional del Trabajo, ocho de cada diez trabajadoras domésticas se desempeña en la informalidad.»

Así las cosas, esta pandemia no ha hecho más que evidenciar el retrato de una segregación de la que nunca nadie quiso hablar ni hacerse cargo y que ya es imposible de obviar.

Zizek, su optimismo ante el coronavirus y el verdadero rostro de la humanidad

Hace unos días el popular filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural esloveno declaraba con optimismo que el coronavirus podría llegar a ser un golpe a lo Kill Bill al capitalismo, incluso llegó a aventurar que debíamos aprovechar esta oportunidad para replantearnos los sistemas de salud como un bien global y que ojalá existiera un ente mundial que velara a nivel político por un sistema de salud público al servicio de toda la humanidad.

Slavoj Zizek

Slavoj Zizek, escribió para RT una columna en la que entre toda la incertidumbre, fue capaz de esbozar una luz de esperanza sobre nuestra sociedad:

“La bien fundamentada necesidad de establecer cuarentenas ejerció límites claros, pero quizás otro virus, ideológico y mucho más beneficioso, se propague y con suerte nos infectará: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global», ha sugerido.

Además, Zizek opina que la epidemia del covid-19 es «una señal» de que la humanidad no puede vivir más como de costumbre y «es necesario un cambio radical».

Abandonar el ego, abrazar la solidaridad

Sin embargo, solo hace falta darse una vuelta por twitter o por los titulares del mundo para entender que nos falta mucho como seres humanos para superar diferencias y abrazarnos en el colaboracionismo y la solidaridad. 

Aún en tiempos de pandemia, partidos políticos, gobiernos y rostros de televisión, utilizan el Covid-19 para sus propios intereses, personas comunes se saltan la cuarentena y discuten desde colores politizados en redes sociales, olvidando que esto no distingue nacionalidades, niveles de riqueza o equipos de fútbol. 

Desde Impure, queremos alinearnos con el deseo de sentir que esto es un llamado a cuidar de nosotros y los que queremos, de ser responsables y conscientes con la comunidad, con el vecino, con quienes nos rodean. El mundo está cambiando y está en nosotros el poder de elegir un mundo mejor, más armónico y más solidario

Es nuestro momento de reinventar el mundo,  ya sabemos que el sistema no es una constante y si aún respiras con normalidad, aférrate al latido de tu corazón y haz lo que siempre has querido. Sé aporte. El planeta y la humanidad te necesitan.

Impure

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