El eterno debate tiene respuesta en un par de libros que abordan el gusto por ciertas sintonías pegajosas y el elitismo exacerbado que existe en la crítica profesional.
¿El éxito se contrapone a la calidad? ¿La crítica desprestigia a quien tiene muchos seguidores? Estas preguntas y otras parecidas han formado parte de la historia de la música y la cultura desde los comienzos de la masificación de la información.
Pero lo cierto, es que todos quienes valoramos la música nos hemos visto envueltos en más de alguna ocasión, por lo general en medio de algún momento festivo entre amigos, en el eterno debate…en donde surgen por un lado, los intransigentes eruditos en contra de todo lo que suene popular y masivo; versus los tolerantes que entienden que la cultura está sometida a un sistema donde el aplauso y la popularidad forman parte de un círculo que no necesariamente es mediocre.
En este contexto, el crítico cultural, escritor y articulista canadiense Carl Wilson, sentenció sin pelos en la lengua, que su compatriota Céline Dion hacía discos que le parecían una mierda, tanto en las letras como en la melodía y abrió el debate.
Como es sabido, Céline tiene millones de seguidores en todo el mundo; puso su voz en la película más taquillera del último tiempo (Titanic) y se presenta a menudo con un exitoso espectáculo en Las Vegas, donde cada una de sus presentaciones siempre están «sold out».
¿ Está equivocado el crítico o los millones de fans que se emocionan hasta las lágrimas con la cantante?

Música de mierda
Tras estos cuestionamientos, Wilson ahondó en la raíz de sus propios prejuicios y decidió escribir Música de mierda, un ensayo sobre el «buen gusto, el clasismo y los prejuicios en el pop» publicado en castellano por Blackie Books:
«Tarareamos canciones que decimos detestar.
Solo nos emocionamos cantando cuando nadie nos ve.
Lloramos con baladas de las que nos hemos burlado antes.
Mentimos sobre lo que nos gusta para que nos acepten.
Y decimos que los demás tienen muy mal gusto.»
Considerado uno de los mejores ensayos estéticos sobre el gusto musical de la década, Música de mierda investiga el mal gusto y la sensiblería musical a partir de una contradicción:
¿por qué la persona que más discos vende es de la que más gente se ríe?
Carl Wilson quiso hacer una investigación sobre el éxito de Céline Dion pero terminó escribiendo un ensayo hermoso sobre el amor a la música, el esnobismo como caparazón y la capacidad de emoción en tiempos de cinismo y felicidad «instagrameable».
Mierda de música
Ahora, ha escrito y publicado la segunda parte : Mierda de música, bajo el mismo sello editorial. En el nuevo libro da un giro hacia la música en español y cuenta con la participación del escritor argentino residente en Barcelona Rodrigo Fresán, el sociólogo César Renduelles o el cantante Nacho Vegas, entre otros, quienes componen doce variados argumentos sobre el elitismo en la cultura versus el desprecio a lo «masivo».
Pero volviendo a la raíz de la interrogante inicial de esta nota, que ha dado pie a dos libros y ha formado parte de discusiones bizantinas eternas entre amigos, Wilson concluye:
«No creo que la crítica tenga que ser elitista. En el mejor de los casos, puede ser un elemento democratizador: después de todo, gran parte de la cultura que encontramos llega al público de arriba abajo en muchos sentidos, ya sea a través del consumismo corporativo o del campo privilegiado del arte. Sin embargo, cuando los críticos se confunden acerca de si están criticando la obra de arte o la audiencia, o cuando dan por hecho que sus propios puntos de vista culturales y sesgos son verdades objetivas en lugar de percepciones subjetivas, eso tiene una tendencia a conducir a un elitismo implícito».
Así las cosas, está claro que parte de la belleza de la música es que nos permite ser críticos y probablemente, criticar sea injusto cuando no somos capaces de crear. Pero la música mueve pasiones y desde ese lugar visceral, tomamos banderas que nos hacen creer que todo lo que no forme parte de ese ‘setlist’ sagrado y personal, es una mierda…seguiremos haciéndolo, seremos injustos pero respetuosos porque ya no tenemos 16 años y hay mucha mierda sonando en las radios.
Impure