A 5 años de la muerte de Aylan, hoy siguen muriendo niños en el mar.

Aylan Kurdi impactó al mundo con su pronta partida. La imagen de su cuerpo sin vida a la orilla de una playa fue utilizada en todas las portadas y canales de televisión del mundo. Hoy, 5 años después, muchos han olvidado que cada día muere un Aylan en el océano de los sueños por un futuro mejor.

Aylan
Aylan y Galip Kurdi.

Aylan Kurdi tenía sólo tres años cuando fue encontrado en una playa turca el 2 de septiembre de 2015. Su muerte provocó una gran indignación en el mundo y especialmente en Europa que miraba por primera vez con ojos sorprendidos lo que ocurría a orillas de su territorio.

Pese a que la historia de Aylan y su familia removió conciencias, no pasó mucho tiempo para que el mundo olvidara la realidad que día a día viven miles de refugiados que intentan huir de los conflictos y las guerras que ocupan sus países e intentar encontrar paz e iniciar una nueva vida.

Su imagen a orillas de una playa turca intentando alcanzar la costa europea, se convirtió en el símbolo de la grave crisis de los refugiados y los países europeos y del resto del mundo se vieron en la obligación de pronunciarse al respecto.

Pese a ello, desde la muerte de Aylan, más de 700 niños han perdido la vida en el Mediterráneo y junto a ellos, miles de personas. La situación que viven los refugiados sirios es crítica y hoy, que la mayoría del planeta está sufriendo una crisis sanitaria y económica, es más fácil aún olvidarlos.

La breve e intensa historia de Aylan

Aylan vivía con su madre Rehan, su hermano Galip y su padre Abdulah, en la ciudad siria de Kobani, que sufría  bombardeos constantes por los enfrentamientos del Estado Islámico con las milicias kurdas.

Tima, hermana de Abdulá, le envió 4.300 euros para que huyeran. La idea era que viajaran en patera desde Turquía a Grecia, y de ahí irse a Canadá, donde Tima vivía.

Aylan –en realidad su nombre era Alan- y su familia fueron parte del más de un millón de personas que buscaron llegar a Europa por mar aquel 2015. Partieron de la localidad turca de Bodrum, en dirección a la isla griega de Kos. Iban dos botes juntos. Era el 2 de septiembre de 2015.

“Después de alejarnos unos 500 metros de la costa, empezó a entrar agua en el bote… A medida que subía el agua, cundía el pánico. Algunos se pusieron de pie y el bote volcó”,

contó Abdulah posteriormente.

Abdulah sostenía la mano de Rehan, pero no logró salvarla. Aylan, Galip, de cinco años, y Rehan, de 35, se ahogaron. Ninguno llevaba chaleco salvavidas.

Abdulah fue hallado inconsciente. Un total de 12 personas perdieron la vida en aquel naufragio de 15 ocupantes que llevaba el bote neumático habilitado para 4 personas.

El cuerpo de Aylan llegó a la playa turca. La fotógrafa turca Nilüfer Demir lo captó, boca abajo, con su camiseta roja, sus pantalones cortos azules, enterrado en la arena.

Aylan, su madre y su hermano fueron enterrados en Kobani el 4 de septiembre de 2015. Hubo homenajes en distintas partes del mundo. Un barco fue nombrado en su honor y su padre se quedó en Turquía ayudando a los niños que se lanzaban al mar en busca de una vida mejor.

«Hoy vivo para ayudar a los hijos de los refugiados”,

contó Abdulah el año pasado al diario italiano La Repubblica. No hay un solo día, dijo, que no recuerde a su familia. Y aún llora al ver a un niño con camiseta roja.

Aylan como símbolo

Aylan se convirtió en el símbolo de los miles de niños y niñas, que se ven obligados a arriesgar su vida para conseguir una vida digna.

Según Save the Children, un total de 2.147 niños y niñas llegaron solos a España por mar en 2019. La ONG denuncia que, en los últimos cinco años, Europa ha dado la espalda a 210.000 niños y niñas no acompañados que han buscado asilo dentro de las fronteras.

Foto de Yogendra Singh en Pexels

Niños refugiados, 5 años después

Tras la muerte de Aylan y las múltiples promesas mediáticas de varios gobiernos europeos, respecto a salvaguardar la vida y el bienestar de los niños y niñas que buscaban refugio en Europa, lo cierto es que muy pocos menores han logrado obtener el estatus de refugiado durante este tiempo y la mayoría ha escapado por miedo a la deportación o para reunirse con sus familias.

«La forma en que Europa ha tratado a la infancia migrante y refugiada durante los últimos cinco años es inaceptable. Desde agosto de 2019, una media de 10.000 niños y niñas se han quedado atrapados cada día en las islas griegas, de los cuales el 60% eran menores de 12 años»,

ha afirmado la directora de Save the Children Europa, Anita Bay Bundegaard.

Aunque se tomaron algunas medidas para trasladar a los menores fuera de Grecia, miles de niños y niñas han sido abandonados ante la falta de voluntad de algunos países europeos para acoger y proteger a la infancia más vulnerable.

«Cinco años después de la muerte de Aylan Kurdi, los niños y las niñas siguen muriendo a las puertas de la Unión Europea mientras el mundo mira hacia otro lado», ha añadido.

Así las cosas, vistos los limitados esfuerzos realizados en los últimos cinco años, y de cara a la adopción del próximo Pacto Europeo de Migraciones y Asilo, Save the Children insta a la UE y a sus líderes a que tomen medidas urgentes para garantizar la seguridad de estos niños y niñas.

Además, desde la ONG han pedido que  se prohíba la detención de los menores en las fronteras y se les proteja de inmediato cuando llegan a Europa.

Foto de Yogendra Singh en Pexels

Niños y niñas refugiad@s en América Latina

El hambre, los conflictos y la falta de oportunidades en la región han hecho que existan 6.3 millones de niños, niñas y adolescentes migrantes que enfrentan situaciones que amenazan sus vidas y múltiples formas de violencia.

Foto de Kelly Lacy en Pexels

Los niños y adolescentes migrantes buscan alejarse de pandillas violentas que los atacan o la pobreza y la exclusión. Muchos también viajan al norte para reunirse con sus familias.

Cientos de miles de niños, niñas y adolescentes se movilizan solos y con sus familias, a menudo usan rutas peligrosas y contratan a traficantes para ayudarlos a cruzar las fronteras. Privados de sus derechos y necesidades, desprotegidos y a menudo solos, los niños, niñas y adolescentes en tránsito pueden convertirse en presa fácil de los tratantes y otras personas que abusan de ellos y los explotan.

El caso de Venezuela

El desplazamiento de venezolanos y venezolanas es el éxodo más grande en la historia reciente en América Latina, y la ONU estima que más de 5 millones de personas ya han abandonado su país de origen debido a la crisis política, económica y social.

Las autoridades brasileñas estiman que alrededor de 260.000 venezolanos viven actualmente en el país, de los cuales 130.000 son solicitantes de asilo. Muchos de ellos vienen con niños o a veces son adolescentes que han quedado desprotegidos y buscan migrar por un futuro mejor.

Hasta la fecha, los venezolanos han registrado casi 900.000 solicitudes de asilo en todo el mundo, la mayoría en países de América Latina y el Caribe.

Según el último informa UNICEF en el mundo existen más de 50 millones de niños que han atravesado fronteras o han tenido que desplazarse a la fuerza. Más de la mitad de esas niñas y niños, 28 millones en total, han escapado de la violencia y la inseguridad.

Foto de şeyhmus Çakırtaş en Pexels

Estos niños pueden ser refugiados, desplazados internos o migrantes, pero, antes que nada, son niños, sin importar de dónde vienen, quiénes son y sin excepción alguna. Es nuestro deber como sociedad no darles la espalda y proteger la infancia de la vulneración.

Si no cuidamos a nuestros niños y niñas, no tendremos futuro.

Impure

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