A los 91 años decidió morir el cineasta Jean-Luc Godard. Para muchxs un inolvidable, para las nuevas generaciones probablemente un nombre que podrían situar en el mapa del cine pero con una distancia tan abismal como brutal.
Morir queriendo en el siglo que no te representa
Godard es sinónimo de crítica, belleza, vanguardia y acidez poética, todo eso bajo una mirada indescriptiblemente cruda, honesta y evocadora.
De la misma forma que eligió crear un prisma para contar historias de vida, resistencia, marginalidad o revolución, escribió un final para su propia existencia.
Godard es probablemente uno de los primeros cineastas en decidir abiertamente morir por suicidio asistido en Suiza, país en que es legal esta práctica bajo ciertas circunstancias.
Patrick Jeanneret, asesor legal del cineasta, contó a la agencia de noticias AFP que el cineasta franco-suizo «recurrió a la asistencia legal en Suiza para acceder a una muerte voluntaria ya que estaba afectado por ‘múltiples enfermedades incapacitantes’, según el informe médico presentado».
Nouvelle Vague o el nacimiento de la vanguardia
En sus inicios, Godard trabajó como crítico de cine antes de dirigir su primer film «À bout de souffle», una obra calificada como vanguardista.
Con Jean Seberg y Jean-Paul Belmondo como protagonistas, el director encontró en los actores la fórmula perfecta para transmitir elegancia de una manera nueva e informal.
El guión fue improvisado y la cámara se movía constantemente. Su edición fue rápida y audaz.
Cine o revolución
Godard se involucró socialmente a través de su lente, solidarizando con las protestas estudiantiles y sindicales que tuvieron lugar en Paris en 1968, movimiento conocido como el Mayo Francés.
El realizador puso su obra al servicio de las causas que rechazaban el capitalismo, la sociedad de consumo, el autoritarismo y el imperialismo.
En solidaridad a las manifestaciones, Godard junto a otros artistas generaron irrupciones en sus proyecciones del Festival de Cannes, llevado a cabo ese año.
Una de sus obras más polémicas y políticas fue«Le Petit Soldat« (El Soldadito), prohibida por el Ministerio de Información de Francia hasta 1963 por su descripción de la tortura por parte de ambos bandos durante la Guerra de Argelia.
Su elenco incluía a la actriz Anna Karina, con quien se casó en 1961 y luego apareció en varias de sus películas más exitosas.
Su filmografía incluye 131 títulos como director (buena parte de ellos cortos y documentales) entre 1955 y 2018, en una larga y brillante carrera cinematográfica que incluye 76 nominaciones a premios, con 51 galardones.
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