Lo que aprendimos de la «Putísima Cena» de Cristina Fallarás y las 12 apóstolas

Como un grito en medio de la indiferencia, un desgarro ante una sociedad que maquilla sus rostros de sorpresa ante los reclamos de millones de mujeres alrededor del mundo, la autora Cristina Fallarás, como una mesías, nos señala el camino de cómo pasar del discurso a la acción.

Los debates sobre la violencia machista, la réplica de los nombres de las asesinadas, los rostros de niñas desaparecidas, siguen llenando nuestras redes sociales y digo «nuestras», porque son las redes de las mujeres: las que nos conmovemos, las que no queremos ser las siguientes, las que sabemos que pudimos ser nosotras, o nuestras hermanas, nuestra madre o nuestra hija, las que replicamos la información.

La cosa no pasa de ahí, el debate aún vive entre las asociaciones feministas, entre mujeres que creamos redes para apoyarnos, visibilizar, escribir, hacer performance o lanzarnos a la calle a gritar cuánto nos duele esta indiferencia, cuánto nos duelen las muertas y los detalles escabrosos y evitables de sus asesinatos.

Creamos, escribimos, lloramos, ponemos emojis de rabia y ahí queda nuestro dolor. Sin respuesta. En medio de un gran silencio.

La Fallarás y su propuesta

No se trata sólo de repostear lo que hacemos, se trata de utilizar el espacio que ocupamos para volver a pensar el ser mujer, se trata de transformar la presentación de un libro en una provocativa «reunión» de libre pensadoras que sin miedo y sobre una tarima debaten, cuestionan y dan clases a las nuevas generaciones y a los presentes sobre el rol que nos ha sido encomendado desde el patriarcado y la santísima iglesia auspiciadora del machismo.

 «Este debe ser el paraíso en la Tierra, estar rodeado de estas mujeres bárbaras»

Así dio comienzo la escritora Cristina Fallarás al festín con F de feminismo que tuvo lugar en el Teatro del Barrio  con motivo de la presentación de su libro El Evangelio según María Magdalena (Ediciones B).

Probablemente, los allí reunidos esperaban lo clásico, un poco de lectura, un poco de spoiler, un poco de las experiencias de la autora, sin embargo, encontraron más:

Una «putísima cena» que congregó a mujeres del mundo de la cultura que en torno a la invitación de la escritora, se reunieron a debatir y reflexionar sobre la figura de María Magdalena y a partir de allí, sobre la imagen de puta que la Iglesia ha perpetuado sobre su figura y la de todas las mujeres no santas.

La María Magdalena de Fallarás es independiente, fuerte y dueña de su destino. Escapa del patriarcado y evidencia la tergiversación que ha hecho la Iglesia y el sistema de la imagen de las mujeres con el fin de someternos.

Doce apóstolas para un ritual que recién comienza

Doce mujeres unidas por La Fallarás, acompañaron la salida al mundo de este nuevo evangelio que viene a hacer justicia a las mujeres, las relegadas de la historia.

Silvia Agüero, María Botto, Itziar Castro, Carolina León, Lucía Lijtmaer, Pamela Palenciano, Alicia Ramos, Amparo Sánchez, Marta Sanz, María San Miguel, Fefa Vila y Gabriela Wiener pusieron sus cuerpos, para demostrar que no sólo la autora cree que María Magdalena está infravalorada en la historia biblíca y con ella todas nosotras.

«Este libro habla de recuperar la voz que nos arrancan, de contar nuestro relato, el que nos pertenece, es la historia de la violencia soterrada que han tenido que soportar tantas mujeres»,

declaraba la periodista y escritora Gabriela Wiener, para quien el Evangelio de Fallarás es:

«Un bálsamo de ternura radical que nos acerca a la mostrenca historia de la Biblia desde otro punto de vista que no es el de la tortura y la muerte».

Y así se sucedieron las declaraciones de apoyo, las opiniones, las revelaciones como si se tratara de crear un legado, como si las declaraciones allí dichas pudieran quedarse grabadas en la piel de los asistentes y en las paredes del teatro para que nunca más, ninguna mujer volviera a creer en la historia que nos contaron.

Sobre el Evangelio

En El Evangelio según María Magdalena, Cristina Fallarás se reconoce y se reinventa desde el yo autora en la mujer total que todo lo vio y todo intentó comprender, para explorar “el origen de la violencia con la que se nos trata”, según su testimonio en medios españoles.

Lo que trasciende, sin embargo, es que ese gesto de exploración, investigación, grandiosidad y valentía, restituye la distorsionada imagen que se ha dado a lo femenino  desde el principio de los tiempos.

“En la Biblia hay tres mujeres y las tres están sexualizadas. Eva, María, María Magdalena. La primera además es la culpable de todos los males de la humanidad porque mordió la manzana y nos condenó a esta vida. La segunda es virgen, y perfecta. Impoluta. Algo inalcanzable y absurdo. Y la tercera era una puta sin más. Alguien a quien se usaba. La idea del uso del cuerpo de la mujer está ahí. La mujer es un cuerpo que puede usarse, dicen los evangelios. No se entiende la violencia contra las mujeres sin la Iglesia católica”,

Así declaraba sobre su creación la autora al diario El País mientras aseguraba que este evangelio surgió  “desde la rabia”:

“Tengo la rabia dentro, y mi literatura es así porque la siento todo el tiempo, y cualquier mujer que no tenga la rabia dentro no es consciente de la violencia que sufre cada día”.

Estas declaraciones, sumadas a sus creaciones denuncias son un grito desgarrador en medio del silencio de una sociedad que aplaude la obra pero que no termina de actuar.

Lo que aprendimos

Por eso, es importante la obra de Fallarás y su ser mujer, porque no sólo viene a devolver a las mujeres el rol que les ha sido negado históricamente a través de sus libros, sino que  muestra cómo transformar desde lo femenino el presente, remover las consciencias y dejar una huella.

Fallarás es la bofetada de una generación demasiado bien portada, es la que ha tenido que atravesar juicios y desahucios, soledades  rabias y lágrimas para seguir intentando ganarse la vida en una sociedad machista en medio de un modelo patriarcal.

Que no nos falte su literatura, que siga inspirándonos su fortaleza. El camino es claro, es momento de cambiar la forma en que ocupamos los espacios que nos hemos ganado. Es tiempo de pasar del discurso a la acción.

@Impure

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