La objetividad periodística como privilegio masculino

“El periodista Rodrigo Fluxá, se equivoca al decir que la mejor manera de proteger una víctima es ‘dudar de su relato’. Eso sería reproducir el continuo de violencia que experimenta una víctima, incluida la violencia institucional y mediática. Es violento minimizar el reclamo de una víctima…”,  así la Red de Periodistas Feministas cuestiona la hegemonía del periodismo masculino que ha dominado los medios por décadas.

El día domingo 17 de abril, el diario La Tercera publicó una entrevista realizada por el periodista Daniel Hopenhayn a Rodrigo Fluxá en razón del lanzamiento de su último libro “Gente común”.

Tras una de las últimas preguntas, Fluxá responde que el periodismo consiste en mostrar “el mundo y no en tratar de cambiarlo”.

Surgen así una serie de reflexiones donde el periodista va señalando términos que instala como post verdad.

En una de las preguntas de Hopenhayn, Rodrigo Fluxá responde sobre la incompatibilidad de ser periodista y activista.

“Lo aterrizo con una pregunta muy simple: un periodista muy comprometido con el estallido, ¿hubiera sido capaz de publicar el caso de Rojas Vade, sabiendo lo que eso implicaba? Yo no sé si lo publica, pero lo más grave es que ni siquiera lo detecta, creo yo. Porque está tan convencido de la causa que no vería las grietas. Si yo fuera activista feminista, por ejemplo, se me habría hecho mucho más difícil investigar casos de abuso.”

Pero la explicación de Fluxá va más allá, dejando en claro que para él partidismo político y feminismo son prácticamente sinónimos y no hace la diferencia que uno está unido a un grupo delimitado de personas con ideas a fines y el otro, defiende derechos humanos básicos universales y busca la equidad:

“…Siempre parto por dudar de lo que me cuentan. Y es tu única manera de proteger a la denunciante, porque los problemas que encuentres en su testimonio los van a encontrar otros después. Entonces no puedes decir esto es verdad porque es verdad…

Hace poco una periodista entrevistó a la ex polola del Potro Cabrera, un tipo de la farándula, y ella lo acusó de drogarla y violarla.

Dos semanas después salió a decir que no, que había mentido porque estaba mal psicológicamente. No digo que no pueda haber una periodista feminista, puede haber de todo.

Pero yo encuentro que le quita poder, densidad, que me cuentes una historia que calza con todo lo que predicas como activista. Y asumo que soy una minoría total en lo que estoy diciendo. Si vas hoy a una escuela de periodismo, de 30 alumnos, 29 piensan que hay que ser activista”.

No nos parecen extrañas las palabras de Rodrigo Fluxá entendiendo que existen campañas para desacreditar el periodismo feminista, comprendiendo que habla desde el privilegio en un medio hegemónico que ha demostrado en más de una ocasión su tendencia política, encausando a través de titulares, frases que impactan desde un punto de vista tendencioso, añejo y conservador.

Fluxá  y su versión de la Objetividad  

El periodista es un hombre blanco que eleva un discurso que dominó por años el periodismo y los medios en un país que vislumbraba la democracia y  una generación que presumía intelectualidad.

Pertenece a una generación de hombres que se dicen “objetivos”, y nombraron la subjetividad masculina como “objetividad”.

periodismo, que también por décadas, nos dijo que nos mataban por celos y donde los femicidios eran parte de la crónica roja.

Ese periodismo que estuvo ajeno a las demandas de diversidad e igualdad. Recordemos que la política y la discusión pública mediática siguen siendo dominados por hombres.

Y para las mujeres periodistas, luchar por la libertad de prensa, también implica combatir el machismo en los medios de comunicación.

Lo que si nos parece peligroso es que, en ese contexto, el periodista Rodrigo Fluxá, se equivoca al decir que la mejor manera de proteger una víctima es “dudar de su relato”. Eso sería reproducir el continuo de violencia que experimenta una víctima, incluida la violencia institucional y mediática.

Es violento minimizar el reclamo de una víctima, toda vez que el periodista expone un caso falso en comparación de las miles de víctimas de violencia de género en nuestro país, crímenes que de acuerdo a cifras oficiales llegan a más de 500 desde que se tipificará el femicidio.

El periodismo feminista es activista  por el impacto que genera con su trabajo. Es colaborativo e interseccional, pero no revictimizante.

Transita constantemente hacia a otros lugares de discusión, porque siempre pensamos en cómo llevar nuestro trabajo a un mejor lugar.

Mientras la historia de vida de cualquier mujer se vea frenada por el machismo, será necesario el periodismo feminista y situado. El periodismo feminista llegó para quedarse y, por ende, abortamos toda objetividad. Le guste o no al señor Fluxá.

Firma: Red de Periodistas y Comunicadoras Feministas

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